Por: Yeny León Rodríguez. Miembro del Grupo Lacaniano de Psicoanálisis Santiago de Cuba
Ya
a finales del siglo XIX el Psicoanálisis fundado por Freud le
aportaba a la Psicología un efecto deshollinante
con el
análisis del síntoma y la idea de que escondía un sentido
inconsciente.
Lacan
poco más de medio siglo después con su retorno a Freud deshollinaba
igualmente al propio Psicoanálisis de interpretaciones post
freudianas que comprometían su esencia.
Una
sesión psicoanalítica tendrá tantas denominaciones como
significantes emerjan al intentar definirla, asumir que consiste en
retirar el hollín que genera lo reprimido y permitir al sujeto al
menos inicialmente un cuestionamiento sobre su síntoma no parece una
cadena totalmente errónea en su sentido.
Un
deshollinador se ocupa de retirar de forma periódica el hollín
acumulado en las paredes de las chimeneas, a menudo se dedica a su
mantenimiento reparando pequeñas grietas que pudieran dejar escapar
el humo.
Si
acudimos a lo metafórico del sentido y pensamos al Psicoanálisis en
Santiago como una pequeña chimenea de la que escapa el humo como
resto de los intentos de asumirlo como una práctica seria y
sostenida, y tomamos en cuenta los efectos de una Psicología que lo
encubre como un sistema más y promueve su contaminación entre las
muchas “psicologías”, puede comenzar a sonar acertada la idea de
la demanda de un deshollinador.
Tal
vez no resulte totalmente erróneo ubicar al Grupo Lacaniano de
Psicoanálisis en el semblante de un deshollinador del Psicoanálisis
lacaniano y su práctica en Santiago, que intenta retirar de forma
periódica el hollín de impedimentos, trabas y limitaciones que se
imponen como real, pero que no impide que gracias al deseo se
produzca un arreglárselas con ello y hacer avanzar un movimiento aun
velado que cuenta con más de 10? años de historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario